
62
Desidia de los Júbilos de mi Corazón
-Yahvé los consoló, diciendo que era necesario que Adán cayese, para que los hombres existiesen, y existan los hombres para que tengan gozo, de no haber sido así el Plan de Redención no causaría efecto, y que, si se esforzaban por ser fieles de ahora en adelante, podían llegar a ser Dioses como el Eterno, pero que sus pruebas serian muchas veces duras y muy difíciles de comprender con la razón humana.
-Cuando Yahvé se fue, les parecía oír a lo lejos el gemido de un Universo vencido. El Sol, que los había llenado de vida y calor en aquel día, se ocultaba en el horizonte, anunciándoles una negra noche. El arrebol, que antes allí les había anunciado el feliz encuentro con el Eterno, parecía envolverlos en una sentencia de que jamás despertarían hacia un nuevo día. No osaban siquiera mirar hacia la cima, temiendo ver caer sobre ellos el rayo del juicio que los reduciría a polvo. – Adam
-Con la mirada dirigida hacia el suelo frío, les venía a la memoria la sentencia: "En el día en que de él comiereis, ciertamente moriréis." Lágrimas desesperadas rodaban en sus rostros al aguardar el trágico final. Al considerar el motivo de su rebelión, Adán comenzó a recriminar a su esposa por haber dado oídos a la serpiente. - Daniel
-Eva, a su vez, buscando excusarse, lanzó la culpabilidad sobre el Creador, diciendo: "¡¿Por qué el Eterno permitió que la serpiente me engañara?!" El amor que reinaba en el corazón humano desaparecía, dando lugar al orgullo y al egoísmo, que se fundían en resentimientos y odio. Su naturaleza ya no era pura y santa, sino corrompida y llena de rebeldía. Todo estaba cambiado. Incluso la mansa brisa que antes allí los había bañado en caricias refrescantes, ahora los congelaba a la culpable pareja. Adam
-Los árboles y las canteras floridas, que eran su deleite, consistían ahora en obstáculos al caminar sin rumbo en aquella noche. El propósito de Satanás en llenar el sábado de tinieblas parecía haberse cumplido. En aquella noche, no existía siquiera el reflejo plateado del claro lunar para hablarles de esperanza. Las estrellas centellantes, suspendidas en el oscuro cielo, estaban ofuscadas por el dolor. - Daniel
-Bajaban sobre el mundo las tinieblas de una larga noche de pecado, sombras bajo las cuales tantos se arrastrarían sin la esperanza de un amanecer. Era la completa noche y ya las tinieblas parecían envolver a la triste pareja en eternas sombras. – Adam
-Ni siquiera meditaban en sus pocas palabras, sofocadas por la agonía, de un amanecer. Cabizbajos, andaban a tientas de aquí para allá, la risa de Satanás comenzaba a atormentarle, y sus palabras malévolas torturaban la conciencia de Adán. – Daniel
-En la expectativa del juicio inminente, que los reduciría al frío polvo, Adán recordaba por un corto momento el día en que fue coronado, y se le otorgo el Gobierno de la Maravillosa Idumea, ahora estaba reducido al polvo bajo aquellas tinieblas sin fin. Apareció repentinamente un brillo en el cielo, que iba aumentando a medida que se aproximaba a la tierra. La pareja se estremeció, pues pensaban que era el Eterno que venía a darles el castigo. Vencidos por el pánico, se pusieron a correr, distanciándose del monte Sión, el lugar de la vergonzosa caída. Justamente hacia allá vieron a Yahveh dirigirse a ellos. -Adam
-Ellos, que siempre corrían al encuentro del amoroso Padre, atraídos por Su Luz, ahora huían desesperados en busca de lugares oscuros, y de denso bosque. Yahvé movido por su infinito amor, comenzó a seguir los pasos de la pareja fugitiva. Como Yahveh tenía la investidura divina, Adán y Eva pensaban que era el Eterno, quien buscaba de alguna forma castigarlos, pero Yahveh se sorprendía de que al Eterno ya no lo veían como un Padre de amor. - Daniel
-Movido por un fuerte anhelo de abrazar a Sus hermanos, Yahveh hizo repercutir la voz en una indagación: "Adán, ¿dónde os encontráis?" Su voz, al sonar en medio de las tinieblas, traía consigo solamente un eco vacío que hablaba de ingratitud y rebeldía. ¡Como deseaba envolver a la pareja en un ardiente abrazo, y con palabras de cariño confesarle que Su amor era el mismo que el que tenía el Eterno! -Adam
-Yahvé los consoló, diciendo que era necesario que Adán cayese, para que los hombres existiesen, y existan los hombres para que tengan gozo, de no haber sido así el Plan de Redención no causaría efecto, y que, si se esforzaban por ser fieles de ahora en adelante, podían llegar a ser Dioses como el Eterno, pero que sus pruebas serian muchas veces duras y muy difíciles de comprender con la razón humana.
-Cuando Yahvé se fue, les parecía oír a lo lejos el gemido de un Universo vencido. El Sol, que los había llenado de vida y calor en aquel día, se ocultaba en el horizonte, anunciándoles una negra noche. El arrebol, que antes allí les había anunciado el feliz encuentro con el Eterno, parecía envolverlos en una sentencia de que jamás despertarían hacia un nuevo día. No osaban siquiera mirar hacia la cima, temiendo ver caer sobre ellos el rayo del juicio que los reduciría a polvo. – Adam
-Con la mirada dirigida hacia el suelo frío, les venía a la memoria la sentencia: "En el día en que de él comiereis, ciertamente moriréis." Lágrimas desesperadas rodaban en sus rostros al aguardar el trágico final. Al considerar el motivo de su rebelión, Adán comenzó a recriminar a su esposa por haber dado oídos a la serpiente. - Daniel
-Eva, a su vez, buscando excusarse, lanzó la culpabilidad sobre el Creador, diciendo: "¡¿Por qué el Eterno permitió que la serpiente me engañara?!" El amor que reinaba en el corazón humano desaparecía, dando lugar al orgullo y al egoísmo, que se fundían en resentimientos y odio. Su naturaleza ya no era pura y santa, sino corrompida y llena de rebeldía. Todo estaba cambiado. Incluso la mansa brisa que antes allí los había bañado en caricias refrescantes, ahora los congelaba a la culpable pareja. Adam
-Los árboles y las canteras floridas, que eran su deleite, consistían ahora en obstáculos al caminar sin rumbo en aquella noche. El propósito de Satanás en llenar el sábado de tinieblas parecía haberse cumplido. En aquella noche, no existía siquiera el reflejo plateado del claro lunar para hablarles de esperanza. Las estrellas centellantes, suspendidas en el oscuro cielo, estaban ofuscadas por el dolor. - Daniel
-Bajaban sobre el mundo las tinieblas de una larga noche de pecado, sombras bajo las cuales tantos se arrastrarían sin la esperanza de un amanecer. Era la completa noche y ya las tinieblas parecían envolver a la triste pareja en eternas sombras. – Adam
-Ni siquiera meditaban en sus pocas palabras, sofocadas por la agonía, de un amanecer. Cabizbajos, andaban a tientas de aquí para allá, la risa de Satanás comenzaba a atormentarle, y sus palabras malévolas torturaban la conciencia de Adán. – Daniel
-En la expectativa del juicio inminente, que los reduciría al frío polvo, Adán recordaba por un corto momento el día en que fue coronado, y se le otorgo el Gobierno de la Maravillosa Idumea, ahora estaba reducido al polvo bajo aquellas tinieblas sin fin. Apareció repentinamente un brillo en el cielo, que iba aumentando a medida que se aproximaba a la tierra. La pareja se estremeció, pues pensaban que era el Eterno que venía a darles el castigo. Vencidos por el pánico, se pusieron a correr, distanciándose del monte Sión, el lugar de la vergonzosa caída. Justamente hacia allá vieron a Yahveh dirigirse a ellos. -Adam
-Ellos, que siempre corrían al encuentro del amoroso Padre, atraídos por Su Luz, ahora huían desesperados en busca de lugares oscuros, y de denso bosque. Yahvé movido por su infinito amor, comenzó a seguir los pasos de la pareja fugitiva. Como Yahveh tenía la investidura divina, Adán y Eva pensaban que era el Eterno, quien buscaba de alguna forma castigarlos, pero Yahveh se sorprendía de que al Eterno ya no lo veían como un Padre de amor. - Daniel
-Movido por un fuerte anhelo de abrazar a Sus hermanos, Yahveh hizo repercutir la voz en una indagación: "Adán, ¿dónde os encontráis?" Su voz, al sonar en medio de las tinieblas, traía consigo solamente un eco vacío que hablaba de ingratitud y rebeldía. ¡Como deseaba envolver a la pareja en un ardiente abrazo, y con palabras de cariño confesarle que Su amor era el mismo que el que tenía el Eterno! -Adam
-Yahvé los consoló, diciendo que era necesario que Adán cayese, para que los hombres existiesen, y existan los hombres para que tengan gozo, de no haber sido así el Plan de Redención no causaría efecto, y que, si se esforzaban por ser fieles de ahora en adelante, podían llegar a ser Dioses como el Eterno, pero que sus pruebas serian muchas veces duras y muy difíciles de comprender con la razón humana.
-Cuando Yahvé se fue, les parecía oír a lo lejos el gemido de un Universo vencido. El Sol, que los había llenado de vida y calor en aquel día, se ocultaba en el horizonte, anunciándoles una negra noche. El arrebol, que antes allí les había anunciado el feliz encuentro con el Eterno, parecía envolverlos en una sentencia de que jamás despertarían hacia un nuevo día. No osaban siquiera mirar hacia la cima, temiendo ver caer sobre ellos el rayo del juicio que los reduciría a polvo. – Adam
-Con la mirada dirigida hacia el suelo frío, les venía a la memoria la sentencia: "En el día en que de él comiereis, ciertamente moriréis." Lágrimas desesperadas rodaban en sus rostros al aguardar el trágico final. Al considerar el motivo de su rebelión, Adán comenzó a recriminar a su esposa por haber dado oídos a la serpiente. - Daniel
-Eva, a su vez, buscando excusarse, lanzó la culpabilidad sobre el Creador, diciendo: "¡¿Por qué el Eterno permitió que la serpiente me engañara?!" El amor que reinaba en el corazón humano desaparecía, dando lugar al orgullo y al egoísmo, que se fundían en resentimientos y odio. Su naturaleza ya no era pura y santa, sino corrompida y llena de rebeldía. Todo estaba cambiado. Incluso la mansa brisa que antes allí los había bañado en caricias refrescantes, ahora los congelaba a la culpable pareja. Adam
-Los árboles y las canteras floridas, que eran su deleite, consistían ahora en obstáculos al caminar sin rumbo en aquella noche. El propósito de Satanás en llenar el sábado de tinieblas parecía haberse cumplido. En aquella noche, no existía siquiera el reflejo plateado del claro lunar para hablarles de esperanza. Las estrellas centellantes, suspendidas en el oscuro cielo, estaban ofuscadas por el dolor. - Daniel
-Bajaban sobre el mundo las tinieblas de una larga noche de pecado, sombras bajo las cuales tantos se arrastrarían sin la esperanza de un amanecer. Era la completa noche y ya las tinieblas parecían envolver a la triste pareja en eternas sombras. – Adam
-Ni siquiera meditaban en sus pocas palabras, sofocadas por la agonía, de un amanecer. Cabizbajos, andaban a tientas de aquí para allá, la risa de Satanás comenzaba a atormentarle, y sus palabras malévolas torturaban la conciencia de Adán. – Daniel
-En la expectativa del juicio inminente, que los reduciría al frío polvo, Adán recordaba por un corto momento el día en que fue coronado, y se le otorgo el Gobierno de la Maravillosa Idumea, ahora estaba reducido al polvo bajo aquellas tinieblas sin fin. Apareció repentinamente un brillo en el cielo, que iba aumentando a medida que se aproximaba a la tierra. La pareja se estremeció, pues pensaban que era el Eterno que venía a darles el castigo. Vencidos por el pánico, se pusieron a correr, distanciándose del monte Sión, el lugar de la vergonzosa caída. Justamente hacia allá vieron a Yahveh dirigirse a ellos. -Adam
-Ellos, que siempre corrían al encuentro del amoroso Padre, atraídos por Su Luz, ahora huían desesperados en busca de lugares oscuros, y de denso bosque. Yahvé movido por su infinito amor, comenzó a seguir los pasos de la pareja fugitiva. Como Yahveh tenía la investidura divina, Adán y Eva pensaban que era el Eterno, quien buscaba de alguna forma castigarlos, pero Yahveh se sorprendía de que al Eterno ya no lo veían como un Padre de amor. - Daniel
-Movido por un fuerte anhelo de abrazar a Sus hermanos, Yahveh hizo repercutir la voz en una indagación: "Adán, ¿dónde os encontráis?" Su voz, al sonar en medio de las tinieblas, traía consigo solamente un eco vacío que hablaba de ingratitud y rebeldía. ¡Como deseaba envolver a la pareja en un ardiente abrazo, y con palabras de cariño confesarle que Su amor era el mismo que el que tenía el Eterno! -Adam
-Yahvé los consoló, diciendo que era necesario que Adán cayese, para que los hombres existiesen, y existan los hombres para que tengan gozo, de no haber sido así el Plan de Redención no causaría efecto, y que, si se esforzaban por ser fieles de ahora en adelante, podían llegar a ser Dioses como el Eterno, pero que sus pruebas serian muchas veces duras y muy difíciles de comprender con la razón humana.
-Cuando Yahvé se fue, les parecía oír a lo lejos el gemido de un Universo vencido. El Sol, que los había llenado de vida y calor en aquel día, se ocultaba en el horizonte, anunciándoles una negra noche. El arrebol, que antes allí les había anunciado el feliz encuentro con el Eterno, parecía envolverlos en una sentencia de que jamás despertarían hacia un nuevo día. No osaban siquiera mirar hacia la cima, temiendo ver caer sobre ellos el rayo del juicio que los reduciría a polvo. – Adam
-Con la mirada dirigida hacia el suelo frío, les venía a la memoria la sentencia: "En el día en que de él comiereis, ciertamente moriréis." Lágrimas desesperadas rodaban en sus rostros al aguardar el trágico final. Al considerar el motivo de su rebelión, Adán comenzó a recriminar a su esposa por haber dado oídos a la serpiente. - Daniel
-Eva, a su vez, buscando excusarse, lanzó la culpabilidad sobre el Creador, diciendo: "¡¿Por qué el Eterno permitió que la serpiente me engañara?!" El amor que reinaba en el corazón humano desaparecía, dando lugar al orgullo y al egoísmo, que se fundían en resentimientos y odio. Su naturaleza ya no era pura y santa, sino corrompida y llena de rebeldía. Todo estaba cambiado. Incluso la mansa brisa que antes allí los había bañado en caricias refrescantes, ahora los congelaba a la culpable pareja. Adam
-Los árboles y las canteras floridas, que eran su deleite, consistían ahora en obstáculos al caminar sin rumbo en aquella noche. El propósito de Satanás en llenar el sábado de tinieblas parecía haberse cumplido. En aquella noche, no existía siquiera el reflejo plateado del claro lunar para hablarles de esperanza. Las estrellas centellantes, suspendidas en el oscuro cielo, estaban ofuscadas por el dolor. - Daniel
-Bajaban sobre el mundo las tinieblas de una larga noche de pecado, sombras bajo las cuales tantos se arrastrarían sin la esperanza de un amanecer. Era la completa noche y ya las tinieblas parecían envolver a la triste pareja en eternas sombras. – Adam
-Ni siquiera meditaban en sus pocas palabras, sofocadas por la agonía, de un amanecer. Cabizbajos, andaban a tientas de aquí para allá, la risa de Satanás comenzaba a atormentarle, y sus palabras malévolas torturaban la conciencia de Adán. – Daniel
-En la expectativa del juicio inminente, que los reduciría al frío polvo, Adán recordaba por un corto momento el día en que fue coronado, y se le otorgo el Gobierno de la Maravillosa Idumea, ahora estaba reducido al polvo bajo aquellas tinieblas sin fin. Apareció repentinamente un brillo en el cielo, que iba aumentando a medida que se aproximaba a la tierra. La pareja se estremeció, pues pensaban que era el Eterno que venía a darles el castigo. Vencidos por el pánico, se pusieron a correr, distanciándose del monte Sión, el lugar de la vergonzosa caída. Justamente hacia allá vieron a Yahveh dirigirse a ellos. -Adam
-Ellos, que siempre corrían al encuentro del amoroso Padre, atraídos por Su Luz, ahora huían desesperados en busca de lugares oscuros, y de denso bosque. Yahvé movido por su infinito amor, comenzó a seguir los pasos de la pareja fugitiva. Como Yahveh tenía la investidura divina, Adán y Eva pensaban que era el Eterno, quien buscaba de alguna forma castigarlos, pero Yahveh se sorprendía de que al Eterno ya no lo veían como un Padre de amor. - Daniel
-Movido por un fuerte anhelo de abrazar a Sus hermanos, Yahveh hizo repercutir la voz en una indagación: "Adán, ¿dónde os encontráis?" Su voz, al sonar en medio de las tinieblas, traía consigo solamente un eco vacío que hablaba de ingratitud y rebeldía. ¡Como deseaba envolver a la pareja en un ardiente abrazo, y con palabras de cariño confesarle que Su amor era el mismo que el que tenía el Eterno! -Adam
-Yahvé los consoló, diciendo que era necesario que Adán cayese, para que los hombres existiesen, y existan los hombres para que tengan gozo, de no haber sido así el Plan de Redención no causaría efecto, y que, si se esforzaban por ser fieles de ahora en adelante, podían llegar a ser Dioses como el Eterno, pero que sus pruebas serian muchas veces duras y muy difíciles de comprender con la razón humana.
-Cuando Yahvé se fue, les parecía oír a lo lejos el gemido de un Universo vencido. El Sol, que los había llenado de vida y calor en aquel día, se ocultaba en el horizonte, anunciándoles una negra noche. El arrebol, que antes allí les había anunciado el feliz encuentro con el Eterno, parecía envolverlos en una sentencia de que jamás despertarían hacia un nuevo día. No osaban siquiera mirar hacia la cima, temiendo ver caer sobre ellos el rayo del juicio que los reduciría a polvo. – Adam
-Con la mirada dirigida hacia el suelo frío, les venía a la memoria la sentencia: "En el día en que de él comiereis, ciertamente moriréis." Lágrimas desesperadas rodaban en sus rostros al aguardar el trágico final. Al considerar el motivo de su rebelión, Adán comenzó a recriminar a su esposa por haber dado oídos a la serpiente. - Daniel
-Eva, a su vez, buscando excusarse, lanzó la culpabilidad sobre el Creador, diciendo: "¡¿Por qué el Eterno permitió que la serpiente me engañara?!" El amor que reinaba en el corazón humano desaparecía, dando lugar al orgullo y al egoísmo, que se fundían en resentimientos y odio. Su naturaleza ya no era pura y santa, sino corrompida y llena de rebeldía. Todo estaba cambiado. Incluso la mansa brisa que antes allí los había bañado en caricias refrescantes, ahora los congelaba a la culpable pareja. Adam
-Los árboles y las canteras floridas, que eran su deleite, consistían ahora en obstáculos al caminar sin rumbo en aquella noche. El propósito de Satanás en llenar el sábado de tinieblas parecía haberse cumplido. En aquella noche, no existía siquiera el reflejo plateado del claro lunar para hablarles de esperanza. Las estrellas centellantes, suspendidas en el oscuro cielo, estaban ofuscadas por el dolor. - Daniel
-Bajaban sobre el mundo las tinieblas de una larga noche de pecado, sombras bajo las cuales tantos se arrastrarían sin la esperanza de un amanecer. Era la completa noche y ya las tinieblas parecían envolver a la triste pareja en eternas sombras. – Adam
-Ni siquiera meditaban en sus pocas palabras, sofocadas por la agonía, de un amanecer. Cabizbajos, andaban a tientas de aquí para allá, la risa de Satanás comenzaba a atormentarle, y sus palabras malévolas torturaban la conciencia de Adán. – Daniel
-En la expectativa del juicio inminente, que los reduciría al frío polvo, Adán recordaba por un corto momento el día en que fue coronado, y se le otorgo el Gobierno de la Maravillosa Idumea, ahora estaba reducido al polvo bajo aquellas tinieblas sin fin. Apareció repentinamente un brillo en el cielo, que iba aumentando a medida que se aproximaba a la tierra. La pareja se estremeció, pues pensaban que era el Eterno que venía a darles el castigo. Vencidos por el pánico, se pusieron a correr, distanciándose del monte Sión, el lugar de la vergonzosa caída. Justamente hacia allá vieron a Yahveh dirigirse a ellos. -Adam
-Ellos, que siempre corrían al encuentro del amoroso Padre, atraídos por Su Luz, ahora huían desesperados en busca de lugares oscuros, y de denso bosque. Yahvé movido por su infinito amor, comenzó a seguir los pasos de la pareja fugitiva. Como Yahveh tenía la investidura divina, Adán y Eva pensaban que era el Eterno, quien buscaba de alguna forma castigarlos, pero Yahveh se sorprendía de que al Eterno ya no lo veían como un Padre de amor. - Daniel
-Movido por un fuerte anhelo de abrazar a Sus hermanos, Yahveh hizo repercutir la voz en una indagación: "Adán, ¿dónde os encontráis?" Su voz, al sonar en medio de las tinieblas, traía consigo solamente un eco vacío que hablaba de ingratitud y rebeldía. ¡Como deseaba envolver a la pareja en un ardiente abrazo, y con palabras de cariño confesarle que Su amor era el mismo que el que tenía el Eterno! -Adam